De los Influjos Sefardíes del Martinezismo


Mucho se ha discutido sobre el origen judío de Martínez de Pasqually, pese a que no hay duda de la sinceridad y perfecta conformidad de su condición como católico romano. No obstante nos llama mucho la atención la gran cantidad de líneas que se desperdician en cuestionar un hecho ya suficientemente documentado por investigaciones recientes, mientras que no se le dedica ni una sola palabra a dilucidar el asunto de las influencias sefardíes en la Teurgia Martinezista, que es lo que realmente interesa a estudiosos y buscadores.

De alguna manera la figura y genio de Pasqually han terminado por eclipsar su obra, cosa que el maestro jamás hubiese querido. Por ello es justo dedicar un par de consideraciones a la operativa mágica que nos ha transmitido. Los que han tenido oportunidad de conocer dicho trabajo saben bien que los ritos de los Elus+Cohen se sustentan con especial fuerza en la invocación de los Nombres de Dios y de sus Ángeles, y entre éstos ocupan un lugar importante los conocidos como Shemhamphorash. Estos 72 Nombres Divinos fueron obtenidos por los cabalistas sefardíes a través de una permutación de tres letras, utilizando los 216 caracteres hebreos del capítulo 14 de Éxodo, versículos 19, 20 y 21. Tomando la primera letra del versículo 19, la última del 20 y la primera del 21 se obtiene el primer Nombre Divino. La segunda letra del versículo 19, junto a la penúltima del 20 y la segunda del 21 nos otorga el segundo Nombre y así sucesivamente hasta un total de 72. Cada uno de ellos corresponde a una determinada Inteligencia Divina.

Los seguidores del rabí Abulafia dieron un gran impulso al conocimiento del Shem ha-Mephorash o Nombre Explícito de Dios, que la tradición judía guardaba como su más excelso secreto, asunto que ha dado origen a toda suerte de especulaciones sobre su poder, la mayoría de ellas bien poco afortunadas.

En los ritos Cohen se invocan además otros Nombres Divinos habituales en el Antiguo Testamento así como aquellos propios de las jerarquías angélicas que figuran en algunos tratados de cábala práctica. Como cristianos no podemos negar el vínculo estrecho que nos une con la tradición hebrea, y aunque en Cristo el mensaje de salvación se extendió a todos los pueblos y naciones sin distinción, es indudable que a la gente de Israel se le otorgó un conocimiento especial del que no podemos prescindir. Martínez de Pasqually, al igual que sus desconocidos maestros, lo entendieron así. ¿Qué caso tendría esconderlo? Los rituales Cohen abundan en proclamaciones y llamados a los 72 Nombres, por lo que podemos asumir en el proceso un cierto trasfondo cabalístico. Y la cábala cristiana, promovida originalmente por Giovanni Pico Della Mirandola y su discípulo Johannes Reuchlin, vino a reafirmar las prefiguraciones de Cristo en la doctrina esotérica de los hebreos, algo que lamentablemente muy pocos judíos lograron asumir. Uno de estos exiguos casos fue el del converso Flavius Mithridates, también conocido como Raimundo Moncada, a quien debemos la enseñanza cabalística que Pico Della Mirandola sistematizaría.

La doctrina de Martínez de Pasqually se inserta parcialmente en dicha tradición cabalística cristiana, así como en los nombres y sellos mágicos enseñados en textos mágicos como el libro de Arbatel o en los tomos de Cornelius Agrippa von Nettesheim. Este último realizó la mayor parte de su obra en Lyon, sede principal de los impresores franceses del siglo XVI. No puede extrañarnos entonces la gran penetración que tuvo la cábala cristiana en los cenáculos y las logias europeas. No obstante los rituales Cohen también abundan en Nombres Divinos que no se conocen en la tradición hebrea. Se utilizan además Nombres griegos del Nuevo Testamento. En consecuencia, es evidente que la Teurgia Martinezista excede con mucho el ámbito cabalístico. Empero comporta indudables influencias sefardíes.

Nótese que aún se emplean algunos de los principales Nombres Divinos en los misales latino y bizantino, porque la misa es propiamente un rito teúrgico, la más excelsa y elevada ceremonia sacramental, pues en ella se reproduce el sacrificio de Nuestro Señor Jesús Cristo. En virtud de su ejecución el pueblo de Dios puede incorporar el poder del Reparador en su propia carne. Por esto Martínez de Pasqually exigía de sus estudiantes la participación en los sacramentos de la Iglesia como prerrequisito indispensable para practicar la Teurgia de los Elus+Cohen, ya que sin la salvación de Cristo no tiene ningún sentido ni propósito el intentar cooperar con la Gran Obra de Dios (que esto es la Teurgia).

En consecuencia, puede que Martínez de Pasqually no halla tenido un origen judío, pero lo que es indudable es que sus operaciones de reintegración sí tienen una clara influencia sefardí, pues derivan en parte de conocimientos mágicos de procedencia cabalística. En cualquier caso la práctica de Pasqually tiene elementos propios que sobrepasan el ámbito de la Cábala. Quisiéramos dejar esto bien establecido para aquellos que desean acercarse a la vía Martinezista a fin de no hacerles incurrir en las fantasías y mistificaciones que pretenden hacer del maestro de Bordeaux algo que nunca fue. Pasqually y su doctrina son cien por ciento cristianas, pero su operativa, como toda raíz cristiana, se basa parcialmente en fuentes judías. ¿Dónde está el conflicto? Jesús fue judío, la Virgen María y los doce Apóstoles también. Pero a nadie le cabría dudar de su condición como cristianos. No creemos entonces que valga la pena seguir insistiendo tozudamente sobre el mismo punto porque es la pureza del corazón y la entrega a Cristo lo que distingue al verdadero seguidor del camino.